Primero y ante todo, gracias, gracias por haber sido una parte de mi
vida.
Tengo pensando desde el día que te perdí, (porque aún no
asimilo el hecho que no estamos juntos) la manera más adecuada de abordar esto,
quizás esto no es la mejor, es la que conozco:
Me quedo con lo bueno,
eres una persona muy dura y con sentimientos muy dulces, una dicotomía muy rara
de ver y mucho mas rara de compaginar. Conocerte nunca dejó de sorprenderme,
tanto para lo bueno, como para lo malo. Sabes que sufro de los “golpes de sabiduría
y crecimiento” y que siempre me llegan manos de personas cercanas. Y duele, y
mucho: al final sólo es crecimiento, y lo peor del caso, es que siempre llegan
de situaciones cotidianas. Aun no comprendo cómo manejarlas. Lo que si he
concientizado es que, los grandes aprendizajes no se encuentran en los libros,
ni en los artículos científicos que caen en mis manos, si bien gozan de todo mi
aprecio también; sino en la vida misma, en lo que somos en esencia, con toda
esa mezcla que somos y podamos ser.
No es fácil, la puta vida
no es fácil, pues siempre en algún momento nos enfrentarnos a situaciones ingratas,
injustas, dolorosas, y casi siempre crueles. He visto personas, con una audacia increíble,
que la afrontan con auténtica maestría y espontaneidad. Me emociona mucho la
capacidad que tienen estas personas para decir adiós a ciertas situaciones y me
sea tan difícil a mi tomar tanto a las
personas como a las situaciones, de una manera madura, positiva y edificante a
pesar que me hagan sentir mal. Estoy dando mi mejor esfuerzo y con todo y eso,
considero que es un esfuerzo fatuo. No es una excusa, es un argumento que nunca
quisiste entender. Prosigo.
De antemano, gracias por leerme
hasta aquí. Todavía queda tela por cortar y mucho apreciaría leas hasta el
final.
La muerte, la ruptura, el final
de un ciclo, siempre se nos presenta dura la mayor parte de las veces. Más
cuando llega sin previo aviso, en un momento dulce o de agonía, normalmente nos
lleva a la tristeza y la desesperanza. Desearía
despedir a los seres que amo de la misma manera que hago ahora, ojalá tenga la
suerte de decir adiós con amor, respeto y con la mayor de las comprensiones,
porque, aunque te parezca contradictorio, es lo que hago ahora. Al fin y al
cabo el cerrar un ciclo, es el final de un proceso, donde se quedan mil razones
para abrazarse a los recuerdos y pensamientos, más que todo a los argumentos
que lo llevan a uno a retorcerse de dolor o de incomprensión (¿por qué carajos
ha debido pasarme esto a mí?); o justo lo contrario, asirse a navegar en todas
esas bonitas razones que me hacen dar gracias por todo lo vivido, compartido y
aprendido contigo.
Vivir es un regalo, es un viaje.
Uno decide si lo hace con miedo, frustración o cualquier otro sentimiento negativo
y debilitante que termina convirtiéndolo a uno en un extraño dentro de uno
mismo. Tal como y como lo veo en este momento, uno al nacer en este complejo “juego de rol” que
es la vida, partimos desde un punto de “partida”, hacia no sabemos dónde… pero
con el destino claro de sellar una aventura cuando se diga “fin”.
Particularmente a mí, la meta se me ha desdibujado en los últimos días.
“Nada es tan grave. Nada es tan
importante. Nada es tan feo. Nada es tan doloroso. Nada es tan, tan, tan
irremediable.”
Hoy me despido de ti, como mi
compañera de viaje, con una de las lecciones más grandes de amor y de respeto
que he tenido en mi vida. Me encantaría poder despedirme así de cada persona,
proyecto o estación en mi vida: agradecido y anteponiendo lo bueno, a lo menos
bueno o malo.
Gracias vida, por seguir
dejándonos “estar” a quienes nos quedamos solos. Creo que de eso se trata, de
agradecer a cada paso, a cada sinsabor, a cada golpe, a cada hálito de vida, a
cada consecuencia de nuestros actos.
Sabes que no me gusta bailar,
pero pienso y espero que “el fin del mundo nos pille bailando”, como dice
cierta canción que nunca recuerdo. Y no puede ser más cierto. Es una mezcla de
sabores y sin sabores que no comparto con todo el mundo.
Para ir finalizando, no voy a
hablar de lo malo que fuimos en distintas instancias: Ya no soy juez, ni
víctima y menos verdugo: te amo pero no puedo estar contigo.
No respondas esto, no sigas
escribiendo, lo que queda pendiente, manéjalo con nuestro embajador: todavía me
haces daño y no quiero defenderme.
Desde ahora y para siempre, no
más tuyo,
NarK.
“Que el apocalipsis te pille
bailando, sin importar quién te vea”