viernes, diciembre 29, 2006

Mi Musa

Calíope, musa del Olimpo
fue para la poesía de Homero
lo que es para mí, en este momento,
sencillamente tu recuerdo.

Muñecas de porcelana
con sus delicadas líneas,
no son envidia alguna
para tu adorable finura.
Los luceros en el cielo,
en mis noches sin niebla,
igualar su luz no podrían
con la que emanan tus ojos.

Una nevada época
y tu piel blanquecina
son las obras maestras
de nuestra madre natura.
Como hebras doradas
tu pulida cabellera,
todavía es más bella
que el fruto de las abejas

Ese cuello de cisne
Que llega a enloquecer
Con su aroma de flores
Y lo delicado de su tez
Junto el recio calor del fuego,
purificante y devastador,
nunca adquiriría tonos
de la huella de tus labios...

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