jueves, agosto 12, 2010

Del por qué me sentí así o epitafio de una noche de pintura


Esto es la continuación de un escrito hecho en diciembre del 2006. Pertenece a un querido amigo que ya no se encuentra con nosotros. Para él... para aprender:


9:55pm

Agobiado de temas sin fin, atareado de mil maneras distintas y atendiendo lo que ni siquiera debería atender, recibí tu llamada. Estaba molesto, no lo voy a negar. Queriendo y sin querer, no la atendí basado en el hecho que me sentía una opción en tu vida y no una prioridad como quería, así que simplemente, lo dejé pasar. Tuvo que sonar el teléfono en 17 ocasiones distintas para decidir tomarlo y con todo y eso, tenía mis dudas. Al verlo, vi un mensaje tuyo, estabas en un aprieto y, dejando mi molestia a un lado, decidí ayudarte. En ese momento algo me dijo que estaba cometiendo un error.

10:05pm

Decidido a esperarte, procedí a instalarme en la cocina. Conseguí una carne en la nevera, algunas legumbres, un poco de arroz y decidí hacer algo que detesto hacer solo: cocinar. Una vieja amiga contactó conmigo y estuvimos charlando cerca de una hora, hablando de los viejos tiempos y cómo han cambiado los rumbos de nuestras vidas. Termino la llamada, la cena está lista.

11:00pm

La cabeza empieza a darme vueltas y una voz me dice que algo no está bien: Claro, necesito un cigarrillo. Reviso en la cajetilla y extrañamente no queda ninguno, por lo visto hoy he fumado más que de costumbre. Resolvamos: es hora de fastidiar al vigilante nocturno. Tiene ciertas ventajas ser conocido donde vivo.

11:05pm

Llego al estacionamiento y encuentro al vigilante asomado por una ventana que da al frente del edificio, me hace un gesto a idea de saludo y me acerco. Le pregunto por su salud y el me responde con un no sé qué de una auto que lleva cerca de 20 minutos aparcado al frente del edificio. Lo reconocí enseguida. Extrañamente no me inmute, ya sabía qué andaba mal.

11:10pm

Pensando y pensado, decido llamarte. Repica y ocupado. Ahora teléfono apagado, extraño nuevamente. Juguemos al detective. Tengo un viejo amigo que me debe un par de favores y casualmente trabaja en operaciones de una conocida operadora celular. Decido llamarlo y aplicar un poco de conocimiento en comunicaciones. Para los desentendidos en el tema, un teléfono celular va fluctuando su señal a media que la batería se consume, basados en eso, se puede determinar si un celular es apagado, se sale del área de cobertura o simplemente no se desea atender. Hago las preguntas de rigor y junto a mi contacto, llegamos a la misma conclusión: el teléfono fue apagado. Ya tengo una pista.

11:30pm

Luego de intentar comunicarme contigo y verte salir del auto antes mencionado, recibo una confirmación de un mensaje enviado por mí hacía unos minutos antes. A los breves minutos, me respondes informándome que llegarás en un rato y que no tienes batería. Sonreí pensando lo tonto que me crees y cómo algunas personas son capaces de subestimar a otras. Casualmente saludo a un vecino que acababa de llegar, al cual se le apagó su auto justo al lado tuyo instantes antes. Decido bajar las escaleras y llegar a la planta baja.

11:55pm

Llevas cerca de 20 minutos fuera del auto y tu voz se puede apreciar a unos 50 metros de distancia, mientras espero en el cruce de la pared, decido desarmar mi teléfono y empezar a limpiarlo. Por el rabillo del ojo, logro ver que me miras y tu cara de pánico fue un poema. Del mismo modo que me detectas, retrocedes, a sabiendas que tu mentira no tiene asidero alguno. El auto arranca, todo queda en silencio nuevamente.

12:05am

Ya de nuevo detrás del papel y lápiz, decido escribir una última vez. Una última verdad, quería que fuera mi testamento o un par de líneas con sentido, pero no salieron. Tomo la decisión de quitarme del medio, de dejar esta caja sensorial y detener mi vida. No te sientas mal, no me mato por ti, me mato por no soportar vivir mas entre tanta inmundicia...

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